La turbidez y el mal olor de la cerveza se deben a
Los estudios realizados con la aflatoxina B1, la ocratoxina A, la zearalenona, el deoxinivalenol y las fumonisinas B1 y B2 añadidas en distintas fases del proceso de elaboración de la cerveza demuestran que estas micotoxinas (o metabolitos) pueden transmitirse de los granos contaminados a la cerveza. La citrinina no sobrevive a la etapa de maceración. Las micotoxinas en la cerveza pueden proceder del grano malteado o de los adjuntos. Aunque se han encontrado altas incidencias y concentraciones de aflatoxinas y zearalenona en cervezas locales elaboradas en África, no se han detectado aflatoxinas en cervezas europeas. La zearalenona y el alfa- o beta-zearalenol (el metabolito probable) no se han encontrado en las cervezas canadienses y europeas, excepto en una muestra analizada únicamente por cromatografía en capa fina. La ocratoxina A rara vez se ha detectado en > 1 ng/mL en la cerveza; sin embargo, los métodos de cromatografía líquida con un límite de detección de 0,05-0,1 ng/mL han mostrado incidencias moderadamente altas de niveles de trazas. El deoxinivalenol, que sobrevive al proceso de elaboración de la cerveza, se ha encontrado con alta incidencia en cervezas canadienses y europeas, con una concentración de > 200 ng/mL reportada en varias cervezas alemanas. Las fumonisinas B1 y B2 están presentes de forma limitada en la cerveza.
Pectinatus en la cerveza
Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las fábricas de cerveza es el mantenimiento de la calidad. Los contaminantes del aire comprimido y del gas pueden ser perjudiciales para el producto y poner en riesgo a los consumidores. Una fuente de contaminantes potenciales que a menudo se pasa por alto es el sistema de aire comprimido o el propio aire. Los sistemas de aire y gas comprimidos desempeñan un papel importante en el proceso de elaboración de cerveza. Los contaminantes introducidos en la cerveza de barril y embotellada en cualquier fase del proceso de elaboración a través de los equipos de producción, las materias primas o el embotellado podrían causar sabores y olores extraños, oxidación y deterioro. Además de comprometer la seguridad de la cerveza, la contaminación puede afectar a su textura y sabor, dejando a los clientes con un producto desfavorable.
La comprobación periódica de su aire y gas comprimido con un laboratorio acreditado ayuda a garantizar la consistencia de su sistema de aire comprimido y contribuye a proteger la calidad del producto final. Las pruebas también pueden aumentar los índices de producción y la vida útil, y evitar las quejas de los clientes, los boicots, las retiradas o los cierres.
Enterobacter en la cerveza
En esta imagen, se compara un grupo de control de células de levadura (fila superior) con las células de levadura después de haber acumulado plomo del agua contaminada (fila inferior). Las imágenes del microscopio electrónico de barrido (SEM) muestran, a la izquierda, una vista general, y en el centro, una vista más cercana de las células de levadura, y a la derecha las imágenes del microscopio electrónico de transmisión (TEM) muestran una célula de levadura individual.
El equipo demostró que un solo gramo de células de levadura inactivas y secas puede eliminar hasta 12 miligramos de plomo en soluciones acuosas con concentraciones iniciales de plomo inferiores a una parte por millón. También demostraron que el proceso es muy rápido, ya que tarda menos de cinco minutos en completarse.
En esta imagen, un grupo de control de células de levadura (fila superior) se compara con las células de levadura después de haber acumulado plomo del agua contaminada (fila inferior). Las imágenes del microscopio electrónico de barrido (SEM) muestran, a la izquierda, una vista general, y en el centro, una vista más cercana de las células de levadura, y a la derecha las imágenes del microscopio electrónico de transmisión (TEM) muestran una célula de levadura individual.
Bacterias en la cerveza
El proceso de fermentación puede parecer extraño a veces, lo que puede hacer que te preguntes “¿está esto infectado?”. Una vez que te has hecho esa pregunta, empiezas a bajar a la madriguera del conejo y comienzas a contemplar la posibilidad de tirar tu cerveza casera por el desagüe. Pero antes de dar ese paso, debes estar muy seguro de que es un vertedero. Este artículo te ayudará a decidir si tu lote está infectado y, en ese caso, si merece la pena tirarlo o seguir adelante. Desde el primer día en que aprendes a elaborar tu propia cerveza, hidromiel o vino, se te ha inculcado (con suerte) la limpieza y el saneamiento. Esto se debe a que el mosto que elaboramos es un entorno casi perfecto para el crecimiento microbiano. Veamos algunos ejemplos de lo que se considera un lote infectado y uno normal y saludable. A continuación, veremos qué hacer si se trata de un lote infectado.
Respuesta: No ¿Qué es esto? Esto se llama krausen. Es una capa espumosa de levadura, partículas de lúpulo, turbios, CO2 y cualquier otra proteína que haya entrado en la cerveza. De hecho, son completamente normales y ocurren en casi todos los lotes de cerveza que se elaboran. Siempre hay algunas excepciones en las que no se forma una o sólo se forma una pequeña, pero en su mayor parte son sólo una parte del proceso. Una vez que la fermentación primaria empiece a terminar, el krausen también caerá. No pasa nada si su cerveza no produce krausen, siempre y cuando la gravedad esté bajando. Un krausen puede tener un aspecto resbaladizo con pequeñas burbujas o muy aireado con grandes burbujas. Puede ser de cualquier color, desde el bronceado hasta el verde y el marrón.