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Antibiotico y cerveza

Medicamentos y alcohol

Un tal brigadier Sir Ian Fraser, introdujo el uso de la penicilina para los soldados heridos en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. En aquella época, la penicilina era tan escasa que, después de que un paciente la tomara, el medicamento se recuperaba de su orina y se reciclaba. A los soldados que se recuperaban se les permitía beber cerveza pero, desgraciadamente, esto aumentaba el volumen de su orina dificultando la obtención de la penicilina y, según el brigadier, llevó a los oficiales al mando a prohibir la cerveza.

Una encuesta realizada en una clínica genitourinaria londinense a más de 300 pacientes reveló que el 81% de las personas creen que el alcohol impedirá que los antibióticos funcionen, mientras que el 71% cree que provocarán reacciones adversas.

Salvo en el caso de un número muy reducido de antibióticos, ninguna de estas creencias es cierta. El temor de los médicos es que estas creencias erróneas hagan que los pacientes se salten la medicación por una copa de vino. Cualquier cosa que anime a la gente a saltarse las dosis de antibióticos se suma al grave problema de la resistencia a los antibióticos. Animar a quienes toman antibióticos y no pueden resistirse a una o dos copas a completar sus tratamientos podría ayudar a contrarrestar la propagación de la resistencia a los antibióticos.

Amoxicilina y alcohol

La investigación, dirigida por el antropólogo de la Universidad de Emory George Armelagos y el químico medicinal Mark Nelson, de Paratek Pharmaceuticals, Inc, se detalla en el número actual de la revista American Journal of Physical Anthropology.

“Tendemos a asociar los fármacos que curan enfermedades con la medicina moderna”, afirma Armelagos. “Pero cada vez está más claro que esta población prehistórica utilizaba pruebas empíricas para desarrollar agentes terapéuticos. No me cabe duda de que sabían lo que hacían”.

Armelagos es bioarqueólogo y experto en dietas prehistóricas y antiguas. En 1980, descubrió lo que parecían ser restos de tetraciclina en huesos humanos de Nubia datados entre el 350 y el 550 d.C., poblaciones que no dejaron constancia escrita. El antiguo reino nubio estaba situado en el actual Sudán, al sur del antiguo Egipto.

Armelagos y sus compañeros de investigación vincularon posteriormente el origen del antibiótico a la cerveza nubia. El grano utilizado para hacer las gachas fermentadas contenía la bacteria del suelo streptomyces, que produce tetraciclina.

Doxiciclina alcohol

La mezcla de cantidades moderadas de alcohol con un antibiótico no suele reducir la eficacia de éste, pero puede causar efectos secundarios y dificultar la capacidad natural de tu cuerpo para curarse. Beber alcohol mientras se lucha contra una infección puede provocar deshidratación, malestar estomacal, interrumpir el sueño normal y disminuir la respuesta inmunitaria. Algunos antibióticos también pueden ser peligrosos para el hígado, por lo que es importante que consultes a tu médico o farmacéutico antes de mezclar alcohol con un antibiótico.

Pero, ¿es necesario evitar siempre el alcohol con los antibióticos? Es habitual ver pegatinas de “Evite el alcohol” en los envases de los medicamentos. Por lo tanto, es comprensible que muchos pacientes estén preocupados por mezclar antibióticos con el alcohol que contienen bebidas como la cerveza, el vino, las bebidas mezcladas con licor, así como otros medicamentos o productos que puedan contener alcohol.

Algunos antibióticos mezclados con alcohol pueden provocar efectos secundarios como náuseas, vómitos, dolor de estómago, sofocos y daños en el hígado. El alcohol también puede afectar al modo en que algunos antibióticos se metabolizan (descomponen) en el organismo para su eliminación. Esto puede reducir la eficacia del antibiótico o aumentar su toxicidad.

Efectos secundarios de los antibióticos

El microbioma del intestino contiene bacterias protectoras y, cuando se eliminan esas bacterias, se pueden producir efectos secundarios digestivos (como malestar estomacal o diarrea) hasta que se restablezca el equilibrio de las bacterias.

Incluso tomar una pequeña bebida mientras se usan estos antibióticos puede causar lo que se llama una “reacción similar al disulframio” o, en otras palabras, puede causar una reacción adversa al alcohol con síntomas que incluyen náuseas, vómitos, enrojecimiento, mareos, dolor de cabeza y síntomas similares a los de la resaca.

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El alcohol puede disminuir la eficacia de los antibióticos. En el caso de algunos antibióticos, también puede causar interacciones peligrosas que pueden provocar cambios graves en la presión arterial o causar daños en el hígado. Nunca beba alcohol con antibióticos, a menos que su médico o farmacéutico le hayan indicado específicamente que puede hacerlo.

El alcohol cambia la forma en que el cuerpo absorbe la medicación. Puede disminuir la eficacia del antibiótico y, por tanto, prolongar el tratamiento. También podría provocar una infección bacteriana resistente a los medicamentos.

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