Alimentos blandos para los enfermos de alzheimer
Es posible que una persona con demencia no sea capaz de reconocer cuándo tiene sed o de comunicarla. Esto significa que puede ser difícil para ellos beber los ocho o diez vasos o tazas de líquido recomendados al día. Puede intentarlo:
Algunos problemas de alimentación y bebida asociados a la demencia pueden llevar a la pérdida de peso y a la desnutrición. Aunque los problemas pueden estar directamente relacionados con su demencia, puede haber problemas médicos subyacentes como:
Si ha notado cambios en el apetito de la persona, en sus hábitos de comer o beber, es una buena idea reservar una revisión con su médico de cabecera o dentista para descartar otras causas. No comer o beber lo suficiente puede provocar problemas como deshidratación, estreñimiento, infecciones del tracto urinario (ITU) y pérdida de peso, lo que puede empeorar los síntomas de la demencia.
Mientras que a la mayoría de los jóvenes se les aconseja seguir una dieta baja en grasas y azúcares, las personas mayores y las que padecen demencia necesitan más nutrientes, proteínas y calorías. Lo ideal es que también tomen un suplemento de vitamina D de 10 microgramos (disponible en farmacias) todos los días.
Dieta mediterránea para el alzheimer
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Comidas fáciles para pacientes con demencia
¿Puede el consumo de un alimento específico o el seguimiento de una dieta concreta ayudar a prevenir o retrasar la demencia causada por la enfermedad de Alzheimer? Muchos estudios sugieren que lo que comemos afecta a la capacidad del cerebro envejecido para pensar y recordar. Estos hallazgos han llevado a investigar los patrones generales de alimentación y si pueden marcar la diferencia.
La dieta mediterránea, la dieta MIND (que incluye elementos diseñados para reducir la presión arterial) y otros patrones de alimentación saludable se han asociado a beneficios cognitivos en los estudios, aunque las pruebas no son tan sólidas como las de otras intervenciones como la actividad física, la presión arterial y el entrenamiento cognitivo. Actualmente, los investigadores están probando con más rigor estas dietas para ver si pueden prevenir o retrasar la enfermedad de Alzheimer o el deterioro cognitivo relacionado con la edad.
Los cambios en el cerebro pueden producirse años antes de que aparezcan los primeros síntomas del Alzheimer. Estos cambios cerebrales tempranos sugieren una posible ventana de oportunidad para prevenir o retrasar los síntomas de la demencia. Los científicos están estudiando muchas formas posibles de hacerlo, como fármacos, cambios en el estilo de vida y combinaciones de estas intervenciones. A diferencia de otros factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer que no podemos cambiar, como la edad y la genética, las personas pueden controlar las opciones de estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y el entrenamiento cognitivo.
Dieta para enfermos de alzheimer
Cuando un paciente con la enfermedad de Alzheimer (EA) llega a las últimas fases de la enfermedad, además de los problemas de comportamiento y de memoria, comer, beber y tragar también se convierten en problemas. Muchos familiares informan de que los pacientes de Alzheimer no comen y tienen grandes dificultades para tragar. La pérdida de peso puede alcanzar un nivel significativo y el individuo puede llegar a parecer demacrado. La enfermedad de Alzheimer afecta al cerebro y provoca una grave pérdida de apetito, además de dificultar la deglución de los alimentos. A menudo, si los pacientes comen, escupen la comida. A la hora de comer, pueden quedarse mirando la comida y enfadarse/agitarse si se les obliga a comer. Si el individuo no come su comida, en pocas semanas se puede notar la pérdida de peso, menos fuerza muscular y falta de energía. La pérdida de peso también les hace más frágiles y menos capaces de recuperarse de una enfermedad o combatir una infección. ¿Qué hacer cuando los enfermos de Alzheimer dejan de comer? Al mismo tiempo, el hecho de que los pacientes de Alzheimer no duerman y no puedan descansar bien puede suponer una tensión en el estado de ánimo de la persona y también interferir en la capacidad de poder realizar las tareas cotidianas. Se llama “sundowning”, cuando los pacientes se agitan más hacia las horas de la noche.